Arena en los pies

No. 02/15

Abro la ventana, un viento con sabor a sal acaricia mi cara. Salgo de la casa acompañada por el crujir de la arena en mis pies y el vaivén de las hojas de la palmera del jardín.

—Buenos días. ¿Qué tal habéis dormido?

Se llama Elke, y aunque lleva ya tiempo en la isla, su acento alemán no la ha abandonado.

—Muy bien, muchas gracias; me encanta el silencio y la brisa, muy distinta a la de Madrid.

—Sí, en esta parte de Lanzarote suele hacer viento, es mejor para el calor. ¿Qué plan tenéis hoy?

—No sé, iremos un rato a la playa y luego daremos una vuelta por la isla.

—Toma, he encontrado estos juguetes de arena, son para Mateo.

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Playa de La Cocina, Lanzarote, España

Tomo la bolsa que Elke me ofrece con una sonrisa. Su pelo es claro y contrasta con su piel ya curtida por el sol, sobre todo alrededor de sus ojos azules. Viste camiseta de tirantes y shorts tejanos. Hace ya quince años que cambió los tacones por las cholas, y su trabajo en una agencia de publicidad de Frankfurt por una pequeña finca rural en la Caleta de Famara.

—Allí la vida es gris, demasiado ordenada y el tiempo pasa demasiado rápido. Vine de vacaciones y esta isla me enamoró. Volví y convencí a Anette para dejarlo todo y empezar de nuevo. Aquí somos más libres y cada día conocemos gente nueva. Me siento bien cuidando de nuestros huéspedes, me encanta pensar que puedan volver a su ciudad con la misma sensación con la que yo regresé a Alemania tras mi primera visita a Lanzarote.

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Papas arrugás

Elke y Anette no son las únicas. Iñaki también cambió su profesión como informático, cuando perdió su trabajo en aquella consultora de Bilbao, para perseguir su sueño de pasar todo el año en bañador. Empezó a trabajar como camarero en un restaurante de Arrecife hasta que ahorró lo suficiente para montar su propia cantina.

—No nos va mal… Aunque en los últimos años hemos notado como la crisis ha afectado al turismo. Antes la gente compraba nuestros vinos y quesos de la tierra, ahora la mayoría nos piden pizza y hamburguesa… El efecto del low cost nos ha hecho reducir la carta, aunque seguimos empeñados en apostar por la calidad y la materia prima local. ¿Habéis probado ya las verduras de Tinajo? Os recomiendo los tomates con queso fresco de Lanzarote.

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La Geria, Lanzarote, España

Sí, saben diferentes a los que compramos en los supermercados de la Península, igual que la mirada y la sonrisa de Iñaki, como la de Elke y Anette, también es diferente a la de los camareros o personal de hotel que trabajan en Madrid. Quizá sea la suave brisa con sal que les hace guiñar los ojos y sonreír más; o que efectivamente aquí el tiempo pasa mas despacio que en la capital y pueden pararse a conversar.

No sé si será la isla o Elke, que ha conseguido su propósito, pero es verdad que aquí algo ocurre porque a mi, que me encantan los tacones, también me están dando ganas de descalzarme y sentir la arena en los pies.