Fijemos la mirada en los rostros y manos de todos los que cultivan la tierra y elaboran nuestros alimentos; en un instante entenderemos una vida llena de sacrificios.
En cada nuevo festival del que soy espectador, ahí está, mi rostro de sorpresa ante la instintiva predisposición de los asistentes a convertirlo todo en una gran fiesta.
El encuentro con la ciudad ideal es semejante a la de aquel otro con el escenario perfecto en una producción audiovisual: tan solo hay que buscar la luz que la hace realidad.